Beget y Can Jeroni, un entorno que inspira
A través de una ventana de madera, contemplamos la iglesia de San Cristóbal, un pequeño templo con grandes tesoros y rodeado de montañas que el otoño poco a poco pinta de amarillos y rojos. El agradable rumor del río nos acompaña mientras disfrutamos de una de las mejores vistas de Beget junto al calor de la chimenea. El aroma de los platos que salen de la cocina de Can Jeroni nos despierta el paladar. Invitados por Xavier, que lleva este restaurante lleno de historia desde hace diez años, hemos saboreado una exquisita comida con ingredientes de la tierra en un entorno excepcional.
Situado en una hndonada en la frontera entre la Alta Garrotxa y el Ripollès y pegado a Francia, Beget es un pequeño pueblo del municipio de Camprodon. Durante el año solo viven en él poco más de veinte vecinos y paseando por sus calles te invade el encanto solitario de los pueblos de montaña. En las casas de piedra, algunas con paredes levantadas hace más de cinco siglos, no falta la flor del cardo para atraer a la buena suerte. Antes de que nos demos cuenta, ya heos salido de los límites del pueblo y estamos junto al río, donde nos sentamos a disfrutar de la naturaleza y la tranquilidad, dejando pasar los minutos.
«La inspiración de la casa es fundamental», nos explica Xavier, con pasión, refiriéndose a toda la historia de siglos que se concentra en Can Jeroni. La casa donde ahora hace casi 100 años una pequeña tienda precedía al actual restaurante, se ha ido convirtiendo en un espacio renovado con gusto moderno, pero impregnado de la acogedora esencia de la tradición y de la naturaleza que la rodea.
Aprovechando que es época de setas, no nos hemos podido resistir a probar el arroz con setas y queso de oveja y los canelones de setas con bechamel de trufa, los dos tan deliciosos como suenan. Para los segundos nos hemos decidido por la proximidad, las alubias de Santa Pau con carne de perol y el pato de aquí con peras de aquí, un nombre que es toda una declaración de intenciones y un buen ejemplo de una propuesta gastronómica que apuesta por la cocina tradicional con un toque moderno y por el producto local y de calidad. Y en esta cuidados selección de productos también entran los vinos, todos de la tierra.
Mientras nos deleitamos con el postre, un pastel de queso casero que sin duda entra directo en el ranking de los mejores que hemos probado, Xavier nos cuenta del reto que supuso para él hacerse cargo de Can Jeroni. Una apuesta personal a la que ha dado forma con mucho esfuerzo y sacrificio, y donde el visitante seguro que notará la pasión y la autenticidad que son el motor de este restaurante y disfrutará de la experiencia.
El día se acaba, pero no podemos irnos de Beget sin entrar en la iglesia de San Cristóbal de principios del siglo XI, donde destacan los retablos barrocos policromados y el Cristo en majestad tallado en madera del siglo XII. Nos despedimos de Beget con la certeza de que esta vez no dejaremos pasar tanto tiempo antes de volver.