La carretera del Atlántico
En la región de los fiordos del oeste de Noruega, entre Molde y Kristiansund, se encuentra una de las mejores carreteras del mundo. La Atlanterhavsveien conecta una retahíla de islotes y pequeñas poblaciones de pescadores situadas en el espectacular y hostil tramo de costa de Hustadvika, un estrecho de mar donde las tormentas y los naufragios forman parte de su leyenda.
Son ocho kilómetros de curvas sinuosas, peraltes de bruscas inclinaciones y rampas que se elevan hacia el cielo y, de repente, bajan y se enredan. Un trazado ondulado y vigoroso que casi parece irreal, más propio de la expresividad de las obras de Edvard Munch que de la precisión de los planos de un ingeniero.
Con el mar de Noruega a un lado y las montañas al otro, es la carretera la que se adapta al paisaje de manera orgánica y conecta los archipiélagos de pequeños islotes esparcidos por el mar mediante ocho puentes, como en aquellos juegos en que uniendo los diferentes puntos se obtiene un dibujo. Desde los miradores repartidos a lo largo de este tramo, a mar abierto y bajo las fuertes rachas de viento, cada perspectiva es un nuevo juego visual. Las pendientes, los ángulos de inclinación y las eses transforman el paisaje y dan a la carretera una sensación de ligereza y flexibilidad que la hacen parecer viva.
En días de sol y buena mar, en los que el azul del agua luce con una intensidad especial y las crestas de las montañas se distinguen con nitidez, es habitual ver pequeñas embarcaciones de pescadores y piragüistas surcando el mar. Cuando hay tormenta, en cambio, aparecen realizadores de anuncios de coches, esperando a que las olas choquen contra los puentes y las aguas embravecidas de Hustadvika pasen por encima del asfalto para conseguir imágenes de un dramatismo impactante.
La ruta agiliza la conexión entre los principales núcleos urbanos desde Molde hasta Kristiansund pasando por la isla de Averoya, que destaca por los pintorescos pueblos de pescadores con las típicas construcciones escandinavas de colores llamativos y tejados a dos aguas, donde a menudo ondean las banderas rojas con la cruz azul y las franjas blancas.
Gracias a la belleza de la naturaleza que la enmarca y la originalidad de sus formas, la carretera del Atlántico se ha convertido en una de las principales turísticas del país, tanto para los extranjeros como para sus habitantes, que el año 2005 la votaron como mejor construcción noruega del siglo. Un año después, el diario inglés The Guardian la consideró la mejor ruta por carretera del mundo.