Las catacumbas de San Gennaro en Nápoles
La ciudad de Nápoles está edificada encima de un grueso importante de piedra volcánica llamada toba, muy resistente, fácil de trabajar y apta para la construcción. Esta toba se ha utilizado desde tiempos inmemoriales, lo cual ha provocado que todo el subsuelo esté agujereado de muy diversas maneras y que haya sido aprovechado con distintas finalidades. Por eso, podemos encontrar desde cisternas donde almacenar agua, canalizaciones a modo de acueducto, refugios en tiempos de guerra, prisiones, almacenes de todo tipo… y catacumbas.
Las catacumbas de San Gennaro no son las únicas, pero sí constituyen un buen ejemplo. El acceso es a través de la iglesia de la Madonna del Buon Consiglio, en grupos pequeños guiados y a precios convencionales, y constituyen uno de los alicientes de la ciudad, que merece la pena aprovechar.
Tienen su origen alrededor del siglo II d.C. y se crearon como lugar de enterramiento paleocristiano. Posteriormente fueron utilizadas por la entonces secta cristiana, todavía medio perseguida por las autoridades, que tuvo la necesidad de esconder sus muertos de manera que pudieran descansar dignamente en un sitio seguro a resguardo de sus perseguidores. Con el tiempo, y dada la facilidad de poder excavar, se fueron agrandando y construyeron también un lugar de reunión de los fieles y un espacio donde celebrar oficios religiosos.
Su momento álgido fue en el siglo IV cuando enterraron a San Gennaro, patrón de la ciudad, muerto en una de las últimas persecuciones de los cristianos el año 305 en manos del emperador Diocleciano. A partir de entonces, las catacumbas se convirtieron en el lugar oficial de entierro de los obispos de la ciudad hasta el siglo XI y por ese motivo se fueron agrandando más y más hasta alcanzar la estructura que, solo en parte, se puede visitar actualmente. Posteriormente fueron saqueadas y dañadas hasta su definitiva recuperación, que comportó el traslado de los restos a cementerios exteriores y que le confieren el aspecto que tienen hoy en día.
De la visita a las catacumbas cabe destacar:
– La magnífica basílica subterránea de dimensiones colosales y sin ningún tipo de elemento de sujeción ni de refuerzo de la estructura. Sencillamente es un vaciado de la piedra dejando algunas partes que hacen de columnas y que permiten sostener sus considerables dimensiones.
– Los distintos tipos de tumbas, en el suelo, en nichos sencillos en las paredes, en nichos rodeados de una arcada superior en ocasiones decorada o, incluso en algunos casos, precedido de un pequeño espacio a modo de capillita.
– Las pinturas murales, algunas de tipo profano de las primeras épocas, y la mayoría de los primeros siglos de uso cristiano con representaciones clásicas de temática religiosa.
– Las dimensiones de muchos pasadizos –algunos que vemos y otros que tan solo intuimos– que, casi en una especie de laberinto, conforman toda una estructura realmente impresionante.
Las catacumbas de San Gennaro están situadas en las afueras de la ciudad, hacia el monte del Capodimonte, pero se puede llegar fácilmente cogiendo un autobús en la parada que hay delante del Museo Arqueológico y tarda unos 10 o 15 minutos.
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