Laugavegur, una travesía por Islandia
En julio hicimos la travesía más famosa de Islandia y, según National Geographic, una de las 20 mejores del mundo: la llamada Travesía de Laugavegur. Se trata de un sendero bien señalizado, fácil y sin peligros, que discurre por una de las zonas más agrestes y solitarias de la parte sur de la isla, desde los alrededores del amenazador volcán Hekla hasta cerca de la costa. No existen posibilidades de abastecimiento en sus 55 kilómetros de recorrido.
Hay transporte público de Reikiavik a Landmannalaugar, punto de comienzo del itinerario, así como también desde el final, en Thórsmörk, hasta la capital, así que la forma más económica de hacer esta travesía es cargar todo el equipo en la mochila: tienda de campaña, saco de dormir y comida para cuatro días. Como esto resultaba demasiado complicado para nosotros, contratamos la opción «todo incluido» de la agencia Trek Iceland: Travesía Laugavegur de 6 días (77 kilómetros). Incluía el transporte desde y hasta Reikiavik, todas las comidas, 5 noches de alojamiento en refugios, transporte del equipaje de un refugio al siguiente y servicio de guía por un precio de 189.000 ISK (1.462 euros). La otra posibilidad, un poco más barata, consiste en hacer lo mismo pero durmiendo y comiendo en tiendas de campaña que son transportadas por vehículos de un campamento a otro con el resto del equipaje.
La Travesía de Laugavegur vale la pena. El origen volcánico de la isla le confiere toda la gama de colores desde el marrón claro al negro, y las pinceladas de la blanca nieve sobre esa oscura geografía producen un efecto visual insólito y de gran belleza.
Empezamos en la región de Landmannalaugar, caracterizada por la total ausencia de vegetación y un suave subir y bajar por colinas de redondo perfil. Las misteriosas fumarolas que aquí y allí emergen por las innumerables chimeneas del suelo, así como las fuentes de agua en ebullición de Stórihver, nos advierten del magma incandescente que sigue presente bajo la fina corteza de lava petrificada. Antes de llegar al refugio de Hrafntinnusker cruzamos un desierto de negra y brillante obsidiana, cubierto en gran parte por un espeso manto de nieve.
El itinerario del segundo día transcurrió por paisajes parecidos, pero esta vez fuimos cogiendo altura hasta llegar a Jökultungur, desde donde se contemplaba, abajo en el valle y entre picos de volcanes, el lago de Álftavatn, en cuya orilla nos esperaba el segundo refugio. Al fondo, enmarcando la majestuosa vista, las estribaciones de los dos inmensos glaciares: Eyjafjallajökull o Eyjafjalla (cuya erupción en abril de 2010 lo hizo famoso en toda Europa) y Mýrdalsjökull, a los que nos iríamos acercando en las siguientes jornadas.
El tercer día se caracterizó por largas caminatas a través de inmensos desiertos negros cruzados por varias corrientes tumultuosas de agua helada que, con grandes dificultades, tuvimos que vadear. Por la tarde, tras llegar al refugio de Emstrur, nos acercamos al vecino cañón de Markarfljótsgljúfur para atisbar desde el borde de sus impresionantes acantilados el río que, 200 metros más abajo, corre por su fondo.
Al cuarto día fuimos abandonando paulatinamente los solitarios y desérticos parajes de las etapas anteriores. Poco a poco fueron apareciendo los primeros arbustos y se dejaron ver algunos pájaros. Más adelante y tras vadear el último río de la travesía, el sendero se internó de repente en un bosque de retorcidos abedules y suelo alfombrado de verde hierba con gran variedad de flores y nos condujo ya a nuestro último refugio en el valle de Thórsmörk.
Tuvimos mucha suerte con el tiempo pues apenas hizo viento y sólo llovió por las tardes, justo cuando llegábamos a los refugios. No les fue tan bien a los que tenían que montarse las tiendas y aguantar en ellas hasta el día siguiente. También hubo suerte con el grupo. Éramos 16, la mayoría de Estados Unidos. Gente educada, atenta y siempre de buen humor.
Sin embargo, teniendo en cuenta cómo eran los alojamientos, el precio nos pareció caro. Además de dormir en literas compartidas y todos en una misma sala (donde normalmente también se desayunaba y cenaba), teníamos que hacernos nosotros mismos las comidas (el guía ayudaba en lo que podía) y luego lavar los platos y las ollas. También había que compartir los lavabos, no solamente con el resto de los huéspedes del refugio, sino con todos los que acampaban alrededor del mismo. Por ejemplo, en el refugio de Hrafntinnusker había tres apestosas letrinas para unas 150 personas… Claro que allí no había problemas de duchas… ¡porque no había duchas! En los demás refugios sí que había, pero tener derecho a 5 minutos de agua costaba 4 euros. ¡Un poco ridículo después de haber pagado casi 1.500 euros por la travesía completa! Tampoco, en los dos primeros refugios, había posibilidad de recargar baterías y sólo en los dos últimos alquilaban acumuladores por 8 euros (a pesar de que ellos tenían energía solar gratuita).
En general, podríamos decir que disfrutamos de una travesía bonita y exótica como pocas debe haber por el mundo, pero regresamos a casa con la sensación de que aquel país no está preparado para la avalancha turística que está recibiendo. Las erupciones volcánicas, el éxito inesperado en el fútbol y la ausencia de peligro terrorista lo han puesto de moda y ahora los precios son desproporcionadamente elevados para la oferta que dan.
En cuanto a la agencia que contratamos, criticaría el hecho de que en su web no especifiquen en absoluto cómo son los refugios ni con qué sistemas funcionan. La verdad es que hemos estado en refugios muchísimo mejores, con mejores servicios (allí había que hacérselo todo uno mismo) y por precios mucho más bajos. Eso sí, el guía era muy bueno y la organización de los transportes funcionó bien.
Las dos últimas noches las pasamos en el mismo refugio y desde allí hicimos salidas circulares que no tuvieron la espectacularidad del itinerario de los cuatro primeros días entre Landmannalaugar y Thórsmörk. Creo que no vale la pena pagar más por esos dos días extra y que con la Travesía de Laugavegur de 4 días (55 kilómetros) es suficiente.
Espectacular! Quins paisatges i fotografies! Fa temps que vull fer aquest trekking i el vostre post m’ha fet agafar encara més ganes de fer-lo. Islàndia és naturalesa en estat pur.
Gràcies per explicar la vostra experiència! 🙂
Arnau
Gràcies, Arnau! Sí, Islàndia és un paradís natural que deixa fascinat a tothom que hi va. Esperem que t’animis a fer el trekking de Laugavegur i n’expliquis l’experiència al teu blog. Hi teniu viatges i fotos molt xules! A partir d’ara us seguirem la pista 😉
Una travessa espectacular. Això d’estar sis dies només veient natura deu ser una catarsis renovadora.
Si que és una mica car però les fotografies són magnífiques! Islàndia em té enamorada. El dia que pugui anar serà un somni fet realitat!
Hola, Gihlani!
És cert que Islàndia és una destinació cara, però no impossible, i et ben assegurem que al·lucinaràs amb els paisatges! Tot i que aquest article l’ha escrit en Josep Miralles, col·laborador nostre, nosaltres vam estar a Islàndia l’estiu del 2008, tot just abans d’esclatar la crisi allà, i ja era tot caríssim, però també es pot fer de més i de menys depenent de cadascú i de la forma de viatjar, és clar. També tingues en compte que les excursions es poden fer també per compte propi sense haver de contractar els serveis d’agències o guies locals i això ajuda a restar força despeses. Sigui com sigui, t’animem a fer realitat aquest somni de vitjar a Islàndia perquè no et decebrà gens ni mica.
Per cert, no coneixíem el teu blog de viatjar amb nens! Ara ja en som seguidors 😉
Jordi i Su
Hola Jordi i Su!
Moltes gràcies per fer-vos seguidors del meu bloc, és tot un honor!
La meva intenció és anar amb autocaravana i amb nens i anar una mica sobre la marxa. Just segueixo dos blocs de viatges amb nens i han anat amb autocaravana i em sembla la millor opció tant per la llibertat que et dóna com per estalviar una mica en allotjament tot i que el lloguer d’autocaravanes tampoc és molt barat.
Vaig prenent nota i espero ben aviat explicar la meva experiència!