Road trip por la East Coast maorí
Nuestro reciente viaje a Nueva Zelanda nos ha aportado experiencias inolvidables y una de ellas ha sido recorrer con la campervan la East Coast de la Isla Norte. Aquí se produjo uno de los primeros contactos entre europeos y maoríes en el siglo XVIII. También es el primer lugar del mundo en ver salir el sol cada mañana. Con pocos habitantes y todavía menos turistas, es un buen lugar para adentrarse en el arte y la cultura maorí, disfrutando a la vez de un paisaje formidable. Esta es la crónica que hemos escrito para Altaïr.
Es el primer lugar del mundo en ver amanecer y uno de los más remotos y menos poblados de la Isla Norte de Nueva Zelanda. También fue donde el Capitán James Cook pisó por primera vez este país en 1769. La East Coast (Costa Este) cuenta con una de las carreteras escénicas más bellas de la Isla Norte, la SH35, que recorre caprichosos acantilados y bahías del océano Pacífico, además de ser el núcleo más visible y menos turístico de la cultura maorí.
Dos tótems tallados en madera que simbolizan el primer contacto entre maoríes y europeos, son el punto de partida de esta road trip. Opotiki es la primera localidad de la ruta y su calle principal, que aglutina casi todos los establecimientos del pueblo al más puro estilo western, exhibe otro tótem de madera tallado por varios artesanos maoríes, maestros en la materia. Este fue uno de los primeros lugares poblados por maoríes.
El siguiente núcleo habitado en el que merece hacer un alto en el camino es Torere. Llama la atención ver la iglesia anglicana junto a la marae, pero es muy habitual ya que muchas comunidades maoríes son también cristianas. La marae es un símbolo de la identidad tribal que en sus orígenes designaba el espacio abierto que hay delante de la casa sagrada, donde los sacerdotes hacían los rituales, pero actualmente es un espacio para la comunidad que consta de una casa de reuniones con esculturas talladas en madera, un comedor y una cocina. En Torere destaca especialmente la entrada a la escuela, con impresionantes tallas de madera de color rojo intenso esculpidas a finales de los años noventa y que representan la historia de la tribu local, Ngaitai Iwi.
A partir de aquí, la carretera, solitaria y sin apenas gasolineras, va siguiendo la línea de la costa y desviándose a pequeñas comunidades situadas en parajes idílicos y a menudo bastante escondidos. En algunos tramos, el único rastro de estas pequeñas localidades son los curiosos buzones que se amontonan a un lado de la carretera o las señales que indican dónde se encuentra la marae. Una de las más bonitas es la de Te Kaha.
El rasgo paisajístico más característico de la East Coast es el pohutukawa (árbol de Navidad de Nueva Zelanda), que se asoma al borde de los acantilados para unir el rojo brillante de sus flores con el azul intenso del océano Pacífico. Precisamente en Te Araroa se halla el pohutukawa más grande y anciano de Nueva Zelanda, con más de 600 años.
Pronto se llega al extremo más oriental de la Isla y el más cercano al meridiano de Greenwich, el faro de East Cape, el primero del mundo en ver salir el sol cada mañana. Si se quiere experimentar esta hazaña, hay que madrugar para subir los 700 escalones a tiempo. Después, la carretera se despega de la costa hasta llegar a Tikitiki, localidad famosa por su iglesia St. Mary de Tikitiki, cuyo interior fusiona a la perfección la tradición cristiana con el arte maorí. Travesaños de madera pintados con símbolos maoríes, paredes decoradas con cenefas hechas de harakeke (lino neozelandés) y un sinfín de detalles confeccionados a mano.
De nuevo, la ruta ofrece vistas al Pacífico y se encadenan los desvíos a bahías paradisíacas como Anaura Bay, donde ancló el Endeavour capitaneado por el explorador James Cook el 21 de octubre de 1769. Los jefes maoríes de la tribu local les recibieron amistosamente y pudieron abastecerse de agua potable para continuar su viaje. Esta playa invita a detener el reloj y dejarse llevar por la magia del lugar. También Tolaga Bay, bautizada así por el Capitán Cook, se lleva el premio de tener el muelle más largo de Nueva Zelanda, que se adentra más de 600 metros en el Pacífico. Antiguamente, el único acceso era por mar y el muelle recibía tráfico de grandes embarcaciones, ahora es regentado por pescadores locales y veraneantes. Por último, Gisborne es la ciudad que pone fin a la carretera escénica SH35, un viaje iniciático para descubrir la cultura maorí y disfrutar de paisajes vírgenes y solitarios, a cámara lenta.
Tiene que ser todo un sueño recorrer Nueva Zelanda y pensar que eres de las primeras personas en ver salir el sol. Cuando los tuyos todavía no han terminado su día tú ya estás estrenando uno nuevo. El planeta tiene cosas maravillosas.
Hola, Sandra.
¡Totalmente de acuerdo! El planeta tiene rincones magníficos y tener la posibilidad de vez en cuando de explorar alguno de ellos es un auténtico privilegio. Nueva Zelanda es un país muy especial y un viaje que nunca olvidaremos.
¡Un abrazo!
No sé casi nada acerca de esta cultura y me ha gustado saber algo más gracias a vosotros. Estuve en Altair cuando contasteis vuestra aventura por Nueva zelanda y allí ya me cautivasteis. Así que ha sido bonito volver a recordar. Saludos
¡Gracias, Miryam! Nos alegra que te gustara la charla y que te contagiáramos nuestra pasión por Nueva Zelanda. Pues en enero de 2015 repetiremos escenario, ya que en breve saldrá publicado nuestro libro y lo presentaremos en Altaïr. Si te animas, será un placer verte allí.
¡Un abrazo!
Me ha encantado leer este artículo y recordar mi viaje al mundo Maorí. Reconozco que acabé sucumbiendo a esos Maori Villages.
¡Hola, Rubén!
Jeje, no creas, nosotros también fuimos al Tamaki Maori Village y la verdad es que también lo disfrutamos, incluso uno de nosotros acabó ejerciendo de jefe de tribu visitante. En cuanto a la cantidad de turismo, el contraste entre Rotorua y la solitaria East Coast es brutal.
Estupenda forma de transportarnos a la otra parte del mundo, donde espero poder ir en tiempos mejores 😉
¡Muchas gracias!
Y nosotros esperamos que puedas ir y disfrutarlo.
¡Un abrazo!