Vikingos en Barcelona
A menudo la primera imagen que nos evoca la apalabra “vikingo” es la de un guerrero corpulento y barbudo con un casco metálico con cuernos, una espada en la mano y cara de salvaje. Pero los vikingos nunca lucieron cascos con cuernos y no los habríamos imaginado así si no fuera porque el compositor alemán Richard Wagner decidió añadir este detalle para caracterizar el personaje antagonista de la ópera “El Anillo de los Nibelungs”.
La visión de los vikingos como pueblo guerrero, sanguinario y primitivo y muchos otros tópicos heredados con el tiempo y la ficción, corresponden sobre todo a las fuentes documentadas de aquellos quienes sufrieron sus saqueos, pero solo es una cara de la realidad. La exposición itinerante “Vikingos” que acoge el Museu Marítim de Barcelona es una buena manera de introducirse en la cultura de los antiguos pobladores escandinavos y descubrir las costumbres de una civilización más compleja y avanzada de lo que se suele pensar y que tuvo un papel importante en el Norte de Europa entre los siglos VIII y XII.
A diferencia de otros pueblos de la época, la palabra “vikingo” no tiene un origen toponímico o geográfico, sino que así se designaba a alguien, tanto si era hombre, mujer o niño, que iniciaba un viaje en barco hacia otras regiones, no necesariamente para el saqueo y la guerra. En la era moderna se empezó a utilizar este término para designar a los antiguos pobladores de tierras escandinavas que, a bordo de barcos de vela cuadrada con mascarones de proa en forma de dragones y serpientes, fundaron ciudades como Dublín, se expandieron por la actual Rusia y fueron pioneros en explorar territorios como Islandia y Groenlandia. Incluso llegaron a América del Norte alrededor del año 1000.
El espacio amplio y diáfano de las antiguas atarazanas barcelonesas es ideal para una exposición de un pueblo con un vínculo tan estrecho con el mar. Si quieres disfrutar con calma de los ocho bloques temáticos de la exposición, calcula como mínimo un par de horas para contemplar las más de 400 piezas de la colección del Museo Nacional de Historia de Estocolmo y leer tranquilamente los paneles informativos. La mayoría de objetos de la colección son de los principales yacimientos vikingos existentes en Suecia, los de Birka y la Isla de Gotland, dos lugares fundamentales que junto con Hedeby, en Dinamarca, han permitido a los expertos investigar las costumbres y la manera de vivir de la gente del norte.
Las pantallas táctiles y los paneles de textos son una buena referencia para ir descubriendo los principales ejes que fundamentaban la vida en el mundo vikingo: la comunidad y el hogar, la religión, el misticismo y los viajes y la navegación, entre otros.
El cuidado y la minuciosidad de las joyas y ornamentos son un indicativo de la importancia de la artesanía, así como de la preocupación por la estética y la imagen personal. La gran cantidad de utensilios y objetos relacionados con la actividad agrícola reflejan la importancia de la granja y la familia como núcleos de las comunidades y de subsistencia.
En cuanto a la cultura, eran un pueblo avanzado, tenían un sistema propio de escritura, el alfabeto rúnico “futhark”, y algunas comunidades desarrollaron sistemas de gestión y gobierno asamblearios, como el Allthing islandés, que se considera el precursor de los parlamentos democráticos.
La religión y los dioses también tenían un papel muy destacado en un modelo politeísta similar al de griegos y romanos. Las dos familias de divinidades, Aesir y Vanir, eran las protagonistas de numerosos conflictos míticos. Muchos amuletos y joyas imitan la forma del martillo de Thor y muchos topónimos escandinavos deben el origen de su nombre al de alguno de los dioses, principalmente Odín y Thor, en un tributo a las divinidades que llega hasta nuestros días.
De los elementos destacados de la exposición llaman especialmente la atención las piedras rúnicas y las sepulcrales, tanto por su envergadura como por los motivos que las decoran. En algunos casos contienen poemas escritos en nórdico antiguo combinados con motivos abstractos y en otros grabados que ilustran escenas mitológicas, como la piedra de Smiss de la isla de Gotland, donde se distingue claramente la silueta de un barco “drakkar”.
Quizás se podría haber explotado un poco más la vertiente náutica. Los diagramas muestran las representaciones de los diferentes tipos de barcos, hay vídeos de réplicas de barcos Skuldelev navegando en la bahía de Roskilde (Dinamarca) y también una representación abstracta del esqueleto de un barco mediante hilos y los clavos que unen las tracas, pero seguro que te quedarás con ganas de más. Si es así, Noruega, con el Museo Vikingo de Oslo, y Dinamarca, con el Museo Vikingo de Roskilde, pueden ser dos destinos muy interesantes para próximos viajes.
Hasta entonces, la exposición “Vikingos” te hará viajar en el tiempo y te acercará el fascinante universo de las sagas nórdicas y la épica que las rodea, además de descubrirte curiosidades de la vida de esta cultura nórdica.